De visita en el norte de Morazán

María Tenorio, Agosto, 18, 2011

Ruta militar le llamaban antes a la que recorre varios pueblos del norte de Morazán: hoy se promueve como Ruta de la paz. En las vacaciones de agosto nos lanzamos a visitar, junto a un grupo de amigos, varios parajes que, hace tres décadas, eran zonas de control del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), una de las cinco organizaciones que formaron el FMLN. Aunque ahí se puede hacer “turismo de guerrilla”, es posible recorrer esos lares con otra mirada.

Para llegar a las cabañas El Ocotal, en el municipio de Arambala, sobre una bien pavimentada carretera hacia Perquín, tuvimos que atravesar la calurosa San Francisco Gotera. Nos detuvimos un rato en su mercado, donde abundan el achiote y las especies como la pimienta gorda, el comino y la canela. Una vez en las cabañas, tomamos el carro hacia Perquín, que nos recibió con una leve llovizna vespertina. El pueblo estaba transformado en un mercado: en cada casa se vendía algo y en un par de calles había ventas de souvenirs chinos, nacionales y “revolucionarios”, tales como gorras del FMLN, libros de Roque Dalton y camisetas de Monseñor Romero.

Perquín estaba de fiesta. El 19 Festival de Invierno recibía a los turistas que, en mayoría, llegábamos desde la capital. En el parque central había una tarima donde desfilaban grupos musicales frente a un público de permanencia voluntaria. Ahí fuimos testigos de la presentación de candidatas a princesa lenca: siete jovencitas ataviadas con distintas versiones del vestido de Pocahontas y llevando cántaros, morros o bateas, esperaban las decisiones del jurado calificador.
 
 
A la mañana siguiente tomamos el desvío de La Tejera para visitar el Bailadero del Diablo, un área natural caracterizada por formaciones rocosas. Es curioso registrar, en ese apartado sitio en medio de las montañas, al que lleva una calle sin pavimentar, la existencia de un motel (ahora en proceso de “honrarse” y volverse hospedaje familiar). Más abajo del Bailadero está el Llano El Muerto, una zona de pequeños ríos y cascadas que ha sido privatizada por varios turicentros y donde, a decir verdad, no nos atrajo permanecer.

Decidimos, entonces, volver a la carretera hacia Perquín para hacer fotos de las casas de migrantes que habían llamado nuestra atención desde antes. A ambos lados de la calle, en medio de los pinares, emergen, como flores exóticas, casas que recuerdan el estilo “americano” en sus fachadas y tejados. Nos sorprendió ver muchas construcciones en camino, sin duda varias alimentadas por las remesas que llegan desde los Estados Unidos. Es notable, en esta emergente arquitectura, la abundancia de balcones, ventanales y columnatas, el uso de piso cerámico y de vidrio azul “espejiado”.

Antes de emprender nuestro regreso a San Salvador visitamos el mariposario Almirante de Morazán, en el municipio de Jocoaitique. Quedamos convidados a volver para hacer un poco de turismo de guerrilla. Además del ya conocido Museo de la Revolución, otros pequeños museos se anuncian desde la carretera. También nos faltó ir al sitio conmemorativo de la masacre de El Mozote y al río El Sapo.

Etiqueta: