El xendra y la utopía

María Tenorio, Noviembre 07, 2012

Hace unos días vi en un cine comercial de San Salvador una película hondureña de ciencias ficción, El xendra. 

Aunque parezca un sueño o una fantasía, lo que les cuento es verdad. ¿No creen que mi experiencia podría considerarse una rareza?

En primer lugar, lo califico así porque en esta ciudad las salas de cine están principalmente dedicadas a la oferta “mainstream” norteamericana, es decir, a lo producido para el gran público desde nuestro vecino del Norte. La exhibición de otro tipo de cine se da, sobre todo, como parte de festivales promovidos por distintas entidades --embajadas, universidades, instituciones del gobierno, etc.--, pero, casi siempre, fuera de lo comercial.
 
Segundo, porque la producción cultural de otros países centroamericanos no suele llegar con facilidad a esta capital (y presumo que los productos salvadoreños tampoco son accesibles para públicos de las otras ciudades de la región). Esto es, las industrias creativas enfrentan dificultades para penetrar los mercados más allá de sus fronteras nacionales. Dicho de otro modo: no hay un mercado centroamericano establecido para la producción creativa.
 
En tercer lugar, lo raro de El xendra no es solo que haya compartido cartelera con comedias románticas y películas de miedo, norteamericanas y “comerciales” todas ellas, sino que trata un tema muy actual con recursos propios del cine de ficción más “moderno”. Y, a mi juicio, sale adelante con dignidad en su empeño. Esto es, es una película de suspenso entretenida, con una trama que mantiene el interés. Cuenta una historia que ocurre en San Salvador y en las selvas de Honduras después del 21 de diciembre de este año e involucra a ovnis y a extraterrestres.
 
Aquí puedo enunciar un cuarto lugar: los protagonistas son científicos centroamericanos, formados en universidades extranjeras, que viven en Centroamérica. Que habiten por estos lares es lo extraño. Lo más usual es que quienes estudian alguna carrera muy especializada en el extranjero permanezcan en ciudades donde puedan desarrollarse profesionalmente. Bueno, la película es una ficción.
 
En relación con los científicos, El xendra me recordó a un cuento emblemático de Hugo Lindo, escritor salvadoreño del siglo pasado que trató temas de ciencia ficción. El relato al que aludo se titula “Espejos paralelos” y habla sobre la posibilidad del altísimo desarrollo de las ciencias y de la investigación en la región al grado que los premios Nobel son ganados por centroamericanos en las últimas décadas del siglo XX. 
 
No me cabe duda de que Lindo y el director de la película, Juan Carlos Fanconi, comparten algunas obsesiones y, sobre todo, la utopía de una Centroamérica “desarrollada”, donde la investigación científica es preponderante. Pero no quiero aquí hablar sobre lo que pudo ser y no será, sino más bien invitarlos a que vean El xendra y a que lean “Espejos paralelos”, que son dos muestras de buenos productos culturales hechos en el istmo. Son dos anuncios de la utopía que ya están aquí. 
 
Para terminar les cuento que desconocía el trabajo de Fanconi, quien a principios del milenio dirigió la películaAlmas de medianoche. Del elenco sí conocía a Boris Barraza, actor y sicólogo salvadoreño, que hace el papel de uno de los cuatro científicos protagonistas del filme. También conocía a Dinora Alfaro, quien representa a una dependiente de Starbucks en San Salvador, en un rol secundario. Los demás protagonistas son de origen guatemalteco (Juan Carlos Olyslager), costarricense (Rocío Carranza y Fabián Sales), y hondureño (Álvaro Matute y Jaime Joint). Los remito a una nota del periódico tico La Nación en caso de que quieran más información sobre El xendra.
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